A simple vista, el incipiente Lovecraft tenía un aspecto normal; sin embargo sufría lo que los expertos en psícología clínica denominan enfermedades psicosomátícas, las cuales, naturalmente, estaban empeoradas por los agitados temores y manías de su madre. "Durante un tiempo -comenta Sprague de Camp-, Lovecraft creyó que le estaban creciendo orejas puntiagudas, y que le iban a brotar cuernos en la frente. Sintió mucho no ver realizado su deseo de que sus pies se convirtieran en pezuñas." Sea cual fuese la razón de estos trastomos, Howard no tuvo más remedio que abandonar la escuela durante un par de años y, una vez en casa, su madre, su abuela y su tía Lillian, se encargaron personalmente de darle clases, pero luego no hubo más solución que contratar a profesores particulares.

Sobre esta misma época fue cuando se afilió a la "United Press Amateur Association" y publicó una revista mimeografiada que títuló "The Rhode Island Journa1 of Astronomy", la cual contenía datos sobre las posiciones de los cuerpos celestes, noticias de las propias observaciones astronómicas y resúmenes de crónicas periodísticas sobre acontecimientos concretos. Adquiríó asimismo un espindairscopio para poder estudiar los efectos que producía la radiactividad, así como varios telescopios, un microscopio y dos espectroscopios. También empezó a publicar varios artícuos mensuales sobre los fenómenos astrológicos de la época, artículos que publicó en el diario "Tribune", de Providence, y, por primera vez, vio impresa una obra suya, "EI Alquimista", escrita en 1909, en la revista "The United Amateur". Sin embargo, a pesar de estos éxiltos iniciales, no fue hasta pasados los veinte cuando Lovecraft comenzaría a escribir las obras que habrían de situarle entre los mejores escritores americanos de la narrativa de ficción. Y es que antes tenía que hacer otro gran descubrimiento, un sorprendente hallazgo que le paralizarÍa como una violenta sacudida eléctrica.
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