domingo, noviembre 13, 2005

LA LETRA IMPRESA LE INFLUIA MAS QUE LOS AMIGOS

Este soñador era un niño de ojos azules y largos bucles dorados, por lo que mucha gente lo lIamaba "rayito de sol:', hecho que le crispaba los nervios. Su madre -que siempre había deseado tener una niña - le vestía con ropas al estilo Lord Fauntleroy, y trataba deliberadamente de feminizarle; en consecuencia, de chiquillo, Howard se autoconsideraba una niña.

A pesar de ello, este refinado galopín fue un chico muy precoz, con una capacidad y memoria fuera de lo común; a los dos años conocía ya las letras, a los tres empezó a leer y a los cuatro escribía correctamente; sin embargo, apenas jugaba con otros niños, y cuando raramente lo hacía, le gustaba representar escenas históricas o ímaginarias. Sus compañeros de juegos no le querían, pero ese sentimiento era mutuamente compartido; por eso, desde muy temprano, se refugió en los fascinantes libros de su abuelo materno, Whipple Phillips, y es que la letra impresa le influía más que los amigos. Asimismo, su abuelo le distraía con historias y cuentos de horribles fantasmas que el propio Whipple inventaba. Le hablaba de bosques tenebrosos, de cuevas insondables, de criaturas aladas, de longevas arpías con siniestras piñatas y de tremendos gemidos. Para curarle el miedo a la oscuridad, lo conducía de noche por toda la casa a oscuras.

AI cumplir los cinco años, el solitario niño de Providence escribió ya sus primeros relatos fantásticos, "La pequeña botella de cristal" y "El noble escuchador", entre otros. Este último trataba acerca de la historia de un niño que casualmente escuchó dentro de una cueva un escalofriante cónclave de seres subterráneos. A los seis años, Lovecraft descubrió las antiguas leyendas del paganismo clásico, llegando incluso a levantar altares a diversas deidades, como Pan, Atenea, Artemisa, Apolo y Saturno; muchas veces deambulaba por los campos y bosques en busca de seres míticos. Cuando alcanzó los siete, su madre le sorprendió un día leyendo un ejemplar de "La isla del doctor Moreau", de H. G. Wells, y, a los nueve, empezó un periódico a mano, el "Scientific Gazette", del que hacía un original y cuatro copias a carbón para la familia y los amigos; este periódico, que publicó hasta 1909, estaba principalmente dedicado a la química, por la que sentía un especial interés y constaba de paráfrasis de ciertos pasajes de sus libros de texto.

Cuando no leía, investigaba, soñaba o escribía, el joven Lovecraft construía sus propias maquetas de ciudades sobre la mesa, utilizando para ello madera o cartón, e incluso a veces un mapa histórico del lugar, para reconstruir exactamente la época en todsos sus detalles. Su madre jamás descuidó su cultura.

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